Reflexión y un ejercicio de claridad

Llevo semanas con algo dando vueltas por mi cabeza y necesito escribirlo y explicarlo para ordenar mis ideas.

En mi trabajo actual hay cambios importantes en el sentido que tenemos mucho por hacer pero también mucho que definir, y todo está mezclado. No podemos parar, pero tampoco podemos dejarnos llevar sin más. Lo más fácil siempre es atender a las urgencias para calmarlas y resolver el problema acuciante de turno, y por desgracia entro demasiadas veces al juego. Es lo más sencillo y da la tranquilidad inmediata que estás con algo. Pero sabes que no.

Me considero buen técnico, capaz de resolver muchos problemas gracias a una buena base de conocimiento, la curiosidad, y de experiencia adquirida. Pero me he dejado llevar por el torbellino en varios de los trabajos que he tenido, porque mis compañeros y jefes consideraban también que era lo importante, así que mi experiencias no han sido tan completas. Hasta ahora. En la vida es necesario que te quiten el suelo de vez en cuando para que tengas que prestar atención. A veces tienes que golpearte contra el muro un par de veces o más.

Hay que dejar que se quemen algunas cosas que parecían importantes pero que una vez quemadas ves que no era tan vitales. Hay que investigar el por qué se incendian y no gastar el tiempo solo en apagar esos fuegos, que muchas veces dan igual porque alguien o algo prenderá de nuevo la mecha. Me preparé como ingeniero para construir buenas soluciones, no para ser un héroe del día a día.

Uno de los mejores ejercicios que he hecho ha sido plantearme dónde quiero ir realmente, qué quiero hacer. Este ejercicio de Claridad es la base fundamental para ir a parar a algún sitio de forma consciente. Tratar de resistir donde no quiero ir. Evitar llegar de casualidad. Dando muchas vueltas he llegado muchas veces a sitios interesantes, y está bien, pero creo que cuando se toma el timón se disfruta mucho más, y el resultado es mucho más placentero.

Qué tiene que ver saber lo que quiero con lo que estoy haciendo, pues tan simple como dificultar el hecho de dejarme llevar. Entrar más fácilmente en las contradicciones de lo que quieres sobre lo que haces realmente. Si te acercan o no a tus objetivos.

Este ejercicio de lo que quiero hacer no puede cubrir solo la parte profesional, sino que parte desde lo más personal que ya no va por separado. Ahora es una tarea recursiva de alinear lo que quiero sobre los siguientes pasos a dar, de cumplir un plan o reconstruirlo cuando se desmorona con el próximo golpe. Y esto es más fácil cuando ya sabes donde quieres ir.